Las cartas que Roxane necesitaba. Vida, teatro y cine en la inspiración de Cyrano de Bergerac

El cine francés suele sorprendernos cada temporada con películas históricas de enorme calidad en el cuidado de la ambientación y credibilidad de sus protagonistas, pese a la narrativa poética y la libre interpretación de la historia que exige el medio cinematográfico. Así vuelve a ocurrir con una adaptación a la gran pantalla de la obra de teatro de Alexis Michalik, actual artista prodigio de la escena fran­cesa.

La obra tuvo un fenomenal éxito y su autor pudo finalmente llevarla al cine el 2018, con el título Edmond en la versión original, Cartas a Roxane en la española. El autor de Cyrano, Edmond Ronstand, no parece ser tan importante en España como su obra cumbre, conocida especialmente a través de la oscarizada película de Rappeneau de 1990, que hizo de Roxane un personaje inolvidable.  

He aquí el trailer de la película Cartas a Roxane, Edmond en la versión original:

Como ocurría con la película Cyrano de Bergerac, también Edmond (Cartas a Roxane) permite hacer comparaciones entre el teatro y el cine; esta vez en relación con la inspiración creativa del teatro en plena época del surgimiento del cine. Es todo un homenaje al París de Fin de siecle, y ese teatro que empieza a ser consciente de que tendrá que competir con las salas de cine, aunque sean lenguajes tan distintos. De todo esto, además de sobre la escritura inspirada de la obra Cyrano, que fue escrito en solo unas semanas, va la película.

Aunque está rodada con un ritmo cinematográfico trepidante, nos deja claro que el teatro es cada vez diferente, depende de cada sesión. Y por eso los actores saben que se la juegan en la función del momento, aunque del éxito de esa única función dependerán también las siguientes. El cine es multiplicable, enlatable primero y ahora encriptable digitalmente. Es otra cosa diferente que el teatro, como estudiaron muy pronto Walter Benjamin y Erwin Panofsky. Por eso es diferente hacer un Cyrano para el teatro o para el cine, y de esto escribí hace tiempo en un artículo académico que puede verse en este enlace.

https://e-archivo.uc3m.es/handle/10016/11332#preview

En ese artículo hablo de la historia biográfica o la biografía histórica, algo tan fundamental en la película que quiero homenajear con estas líneas. Ya no es solamente biografiar a un personaje histórico que el teatro hizo mítico, y el cine inmortal: Cyrano de Bergerac. Es biografiar al mitificador de Cyrano, en el mismo momento en el que se produjo ese milagro creativo que convierte en obra imperecedera a una narración poética de la historia. Es todo un prodigio hacerlo creíble, y de paso resolver algunos de los enigmas que dejaba abierto Cyrano, tanto en su versión teatral como en la cinematográfica. Aviso que a partir de ahora contaré asuntos clave de su trama, en modo espoiler, para animar a ver ambas versiones antes de seguir leyendo estas líneas.

La película Edmond trata de explicar el milagro creativo de Cyrano, cuyo éxito arrollador propició a su autor la concesión inmediata de la Legión de Honor. Edmond ya no podría liberarse del sello de ese éxito, que acabaría siendo algo odioso para él, pues ninguna otra obra suya alcanzó después una altura artística y popularidad semejante. Alexis Michalik nos da la respuesta a esta peculiaridad: la aparición en el momento oportuno de una musa que inspiró toda la producción en verso de la obra en forma de cartas, similares a las que Cyrano escribe a Roxane haciéndose pasar por Christian en la obra de teatro (y sus versiones cinematográficas).

La historia de amor al estilo de Shakaspeare in Love es un recurso muy eficaz. Pero esa love story inspiradora implica, en este caso, una elección final dentro del triángulo amoroso que se establece entre la musa Marie, Edmón y su esposa. Lo que parecía falta de coherencia del guion, pues el beso de Edmon con su musa después del estreno de Cyrano parece que no venía a cuento con la decisión de fidelidad a su esposa que éste había demostrado, no lo es tanto si examinamos esa escena en relación con la propia obra que él ha creado: Cyrano de Bergerac.

Expliquemos con detalle este punto fundamental.

La coyuntura entre las lágrimas y la sangre que manchaban la última carta escrita a Roxane, la que llevaba Christian cuando muere en el sitio de Arrás; esa coyuntura que propone Cyrano entre la poesía (las lágrimas son de Cyrano) o la vida (la sangre es de Christian), finalmente queda sin resolverse, por la muerte prematura de Cyrano. Por eso siempre queda en el espectador que asiste tanto a la obra de teatro como a sus versiones cinematográficas la duda sobre qué amor es más verdadero, si el platónico o el erótico.

No es extraño que sea así, pues todas las grandes obras de arte son abiertas, dejan margen suficiente para que el espectador pueda opinar y tomar sus propias decisiones. Incluso queda abierta la opción de pensar que todo tipo de amor, tal como aparece en Cyrano, es igual de falso. Tanto si se basa en el romanticismo o en el hedonismo, Roxane se ama a sí misma, a su emoción romántica o a su pasión erótica, y como no quiere perder ni la belleza física de Christian ni el alma encantada del cuerpo feo de Cyrano, finalmente prefiere estar sola y embeberse en sus recuerdos ficticios. Cuando en la vejez se desvela el secreto, es ya demasiado tarde, y por eso Cyrano opta por afirmar su orgullo de no haberse vendido nunca a nadie, más que por un tardío amor recompensado que falsamente le propone Roxane. ¿Pero fracasa también en el amor la propia Roxane?

Quizás la película Edmond (Cartas a Roxane) trata de dar respuesta, o una posible solución al enigma abierto que planteaba Cyrano. La musa inspiradora -y enamorada- del talento de Rostand, Marie (alter ego de Roxane en Cyrano) aunque inicialmente quiso conquistar el amor erótico de su admirado escritor, es finalmente la que decide dejarle, para que él pueda volver junto a su esposa. Marie acepta el beso de Rostand, pues ama su talento, pero a quien besa con pasión es a Leo, el actor guapo e inculto que hace de Christian, al que no admira pero sabe que puede llegar a amar. De este modo, cuando Edmon vuelve junto a su esposa y le pide perdón por el beso a Marie del que ella ha sido testigo, la esposa y madre de su hijo le dice que entiende bien a todos sus amantes, esos que le admiran desde el público, porque ella ahora es ambas cosas, esposa y amante; pero será siempre su esposa si él está dispuesto a volver a casa y dormir con ella, a lo que él asiente y dice que lo hará hoy y siempre.

Interesante reacción la de la esposa de Edmond. De hecho, son las mujeres las más coherentes y sólidas como personajes en la película de Michalik; y no así los hombres, caprichosos como niños en sus amores y distracciones mundanas, lo que no sabemos si es algo muy francés y el director quiso dejar constancia de ello, o es un privilegio que le otorga a los artistas, niños perpetuos según Baudelaire. Así parece mostrarlo la gran Sara Bernhardt, llenando con su presencia ese hueco artístico que musas, amantes y esposas no pueden llenar. En todo caso, no me cabe duda de que la película Edmond es un profundo homenaje a la mujer, y trata de responder a algunas preguntas sobre el final abierto y siempre enigmático de Cyrano.

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